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14 de julio de 2010

La felicidad

La felicidad, esa escasa compañera. Que de vez en cuando nos coge de la mano, nos llena el corazón de sensaciones indescriptibles, de maravillas, de magía que no podemos ver con nuestros ojos, ciegos completos de lo verdadero, de lo sencillo y lo verdaderamente hermoso.


La felicidad, cuya vida es corta y pretende alcanzar a todo el mundo sin a veces conseguirlo. Tiene tanto trabajo... Somo tantas las personas que la añoramos, que ya no sabe como hacer para ser más veloz, para rozarnos con su pureza y suavidad, como una pluma que acaricia nuestra piel, lenta, delicada, dulce, y alegre, pero siempre breve.
La felicidad, ese síntoma de locura, ese síntoma de amor, de alegría infinita pero efímera, de despreocupación, porque solo quieres disfrutarla, quieres adorarla el tiempo que puedas porque sabes que en cualquier momento desaparecerá.
La que te hace llorar hasta quemar como el desierto sin ni si quiera saber el porqué, pero sintiendote muy bien, disfrutando de las lágrimas como si más vida te proporcionasen al saborearlas, y acariciarlas con la lengua acostumbrada a lágrimas saladas y agrias.
Y esa sensación de libertad, de que todo el mundo es tuyo para exprimirlo al máximo posible, hasta hacerle sangrar por la satisfacción que la felicidad le provoca, estremecerse por la locura de la vida. Por lo maravillosa que puede llegar a resultar en algunos momentos de la vida.
La felicidad. Pero ¿quién es capaz, quiés es tan osado como para odiar la felicidad?
La felicidad de ser amado, ser escuchado, ser comprendido, ser recordado, ser admirado, ser honesto, ser educado, ser hablado, ser mirado, ser acariciado, ser saboreado...
Entonces... ¿Qué es la felicidad?

La felicidad son tantas cosas... puede adaptar tantas formas...

La felicidad:

Un beso robado.
Un cálido abrazo.
Una dulce lágrima, (y digo dulce, porque es de felicidad).
Una mirada secreta.
El roce de unas manos.
La caricia de la brisa marina.
Hermoso atardecer de Agosto.
Amapola lenta sobre la piel morena.
Lluvia de sol.
El dulce nectar del amor que baña los cuerpos desnudos.
La eternidad de ese sentimiento llamado amor.
O tambié puede...
Sí, la forma más bonita y hermosa que puede adoptar es:

Un bello ángel, encantador, cautivador, que llegó un día sin previo aviso, me robó un beso, me dio un cálido abrazo, provocó una dulce lágrima, todo miradas secretas, el roce de nuestras manos, la caricia de la brisa marina , el hermoso atardecer de Agosto que bañó nuestros rostros, una amapola con la que recorría mi piel morena, la lluvia de sol sobre mi pelo, el dulce nectar de amor que bañaba nuestros cuerpos desnudos, y la deseada eternidad para ese sentimientos nuestro, llamado amor, tan hermoso y cautivador como su creador...

Que sin previo aviso se arrancó del pecho la felicidad y la enterró en mi corazón.





2 comentarios:

fernando lorenzana gámez dijo...

Laura, me ha encantado tu visión de la felicidad, claramente se ve parte de ti en cada descripción que haces. Ojalá se cumpla tu manera de ver la felicidad. Un beso wapa!!

PD. Gran amiga y escritora.

Ángel dijo...

Me han encantado todos los escritos. Me parecen preciosos y muy reconfortantes. Seguro que eres alguien muy especial.. Un beso