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29 de junio de 2011

Don

Cuando miras a alguien por primera vez, su mirada te revela toda su existencia.

Hay personas que tienen el don, que son capaces de arañar sus entrañas y poder averiguar lo que muestra esa mirada, lo que esconden tantos años recorriendo un camino, tantas aventuras y desventuras. Pero todo es más complicado cuando conoces a alguien que temes no sea real, una mirada tan pulcra, tan viva pero demasiado hermosa como para que pueda formar parte de nuestra realidad, formar parte de nuestro pequeño mundo.

Son esas personas, capaces de hacer vibrar a las que les rodean, emocionarlas hasta el punto culminante de la lágrima, pero no la lágrima amarga, no, ésa no, ésa es la de las penas, los momentos duros y tristezas mezcladas con nostalgia. La lágrima de la alegría. La lágrima estrella.

Son esas personas, con un maravilloso y extraordinario don.

El don de dar felicidad.



Me crean o no, lo más increíble de todo esto, es que existen.






9 de junio de 2011

Upset

Ve de lejos los fuegos artificiales de las fiestas. La cumbre. Colores y formas enloquecen en el cielo y bañan las pupilas de los que los observan con gamas infinitas. De fondo suena Russian Red, Upset. Un guitarra suave y una voz increíblemente melosa y tierna.

Ya se puede respirar el verano, se siente cerca.

Deja la persiana a medio bajar y la ventana abierta. No hace frío y se puede oler el calor. Mira a su compañera, se acerca a ella y la besa con toda la lentitud y el amor que conoce. Se abrazan, se sienten, se unen, sin saberlo, para siempre. Le coge el rostro entre las manos, le roza los labios con los dedos y le dice lo mucho que la quiere. La vuelve a besar. La agarra mientras tanto como si fuera a desaparecer. Ella hace lo mismo. Se acercan a la cama, tropiezan y caen sobre ella. Ríen entre besos inocentes, fugaces pero profundamente eternos. Se miran a los ojos sin decir palabra, sólo sonríen, ella le acaricia la mejilla, el contorno de los labios, se deja seducir. Él escribe en su espalda que nunca la olvidará. Respiran acompasados hasta que finalmente el sueño vence y se refugian en los sueños (donde seguramente se encuentren cada noche).



28 de abril de 2011

El amor que elije es ciego.



El vestido ceñido le cortaba la respiración y se enroscaba entre sus pies, sin embargo no perdía la compostura en ningún momento. El gran baile comenzaría en escasos minutos y debía de estar en su puesto, guardando la esperanza de que algún buen hombre se le acercase para bailar, y si diese lugar, ser finalmente su esposa.

No tenía por costumbre tomar de la mano a la fortuna, y aun menos el amor de un hombre desconocido para ella. Se limitaba a pasar los bailes entre manos extrañas que por un momento la hacían danzar y olvidarse del verdadero motivo de estar presente en aquel lugar, hermoso, puro, pero que al mismo tiempo la hacía prisionera de un irremediable futuro. Casarse con alguien a quien ella no amase.

Por primera vez, un apuesto joven llamó su atención.

Parecía distante a todo el mundo, distante incluso de su propia madre, quien sonreía a su lado mientras saludaba a gente importante. Grandes adinerados de alto prestigio. Sus miradas se encontraron durante un leve segundo. Sus ojos azules eran fríos, reservaban todos sus más ocultos secretos. Su cabello castaño oscuro caía a ambos lados de su rostro, peinado, pero al mismo tiempo algo alborotado. Su boca se mantenía en una curva perfecta, la curva de la indiferencia, del estar por estar, sin nada que buscar y menos aún, algo que encontrar.

- ¡¡Johann, Johann!! Oh, dios mío. Ha sido increíble. ¿Me has visto? - su prima Julie la arrastraba del brazo, mientras aquel apuesto caballero desaparecía de su campo de visión. - Johann, te estoy hablando. - le gritaba entre el bullicio de la gente.



- Lo siento, de verdad. Sí, tu pareja te ha condecorado con la mirada. Parece muy agradable. Ya sabes lo que tienes que hacer. - le respondió entre risas, algo avergonzada tras haber estado distraída con aquel hombre de perturbadora presencia.

De regreso a casa, Julie no cesó de alagar ni tan solo un minuto a su pareja de baile durante aquella noche. Por su cabeza solo aparecía la pregunta de si volvería a verle alguna vez. En cambio, Johanna, asimilaba que jamás volvería a ver a aquel hombre que con tan solo una simple mirada, sin llegar a entender muy bien el porqué, la había hecho ruborizar.

Su tía, Caddie, callaba su alboroto interior al ver que su preciada hija iba haciéndose poco a poco, un hueco en la sociedad.






14 de abril de 2011

La Estrella del Sur

Hace tiempo, (no mucho), se me ocurrió que podía crear otro blog, aparte de éste que tengo de relatos, en el que aportar a aquellos que lo visitasen, la música que yo a mi modo de ver considero especial y maravillosa, y también el cine que considero esencial, o que merece la pena.

Si os interesa, esta es la página:

http://www.musicalicine.blogspot.com/

Espero que os guste, y lo que os encontréis allí os sea de interés.

P.D: Ya sabéis que agradezco un montón todos vuestros comentarios, que me animan a seguir escribiendo y a intentar hacerlo cada día mejor. Y que todos aquellos que dejéis alguno, será respondido lo más rápido posible. También tenéis bajo la entrada, una manera de puntuar el relato, o lo subido en ese momento. Está con la etiqueta de "sabores". Con esas puntuaciones, también me ayudáis, a saber que debo cambiar, o que debo no volver a escribir.
Muchas gracias anticipadas.

15 de febrero de 2011

"Lo estaba viendo..."

Paso mucho tiempo con mi abuela.

Prácticamente la veo todos los días. Algunas veces cuando llego a comer está acostada, otras veces está en el salón “viendo” la tele …
Digo “viendo” la tele de esta manera debido a un suceso que estoy segura os ha ocurrido más de una vez con vuestros abuelos y abuelas, pero sobre todo, con las abuelas.

Están tranquilamente echándose una cabezadita en el sofá, los ojos cerrados, la respiración relajada, de vez en cuando un ronquido que otro… y la telenovela de fondo, de ambiente. Que si Fulanito le ha puesto los cuernos a la otra, que si Menganita se va a casar con no que quien millonario…

El caso es, que cuando tú llegas y ves el panorama piensas: “esta es la mía”… ay amigo, que equivocados estamos todos.

Te acercas sigilosamente, no se vaya a despertar, que desvelar es algo muy feo, y te sientas, no muy cerca por si se despierta, coges el mando con cuidado, y cambias de canal, habiendo antes bajado un poco el volumen… Y te dices: “Ya está”.

Es entonces, cuando, pese a haber bajado la tele, haber ido de puntillas, y “robarle” el mando con el más mínimo cuidado, esa abuela que adorablemente parecía dormir, te grita sin ningún tipo de compasión:

“No me cambies de canal, lo estaba viendo…”

La cara que se nos queda en ese momento es para enmarcar, sin duda…

Pero no nos damos por vencidos, faltaría más, lo intentamos arreglar replicando:
“¡Pero si estabas durmiendo! …”


Y ella te dice, toda ofendida:
“Que voy a estar durmiendo, embustera… lo estaba viendo”


Sí, abuela, sí. Lo estabas viendo.



Sin duda, son encantadoras y dulces, pese a que nieguen ciertas cosas evidentes.



Por todas las abuelas del mundo, ¿Qué haríamos sin ellas?

Indiscutiblemente, nada.






24 de enero de 2011

Más nuestros y menos de otros.

Se despierta temprano entre las sombras de la madrugada, ya acabada. Los punzantes alfileres de acuoso cristal erosionan aún sus ojos hinchados. El mal tiempo azota en el ático de los más debastadores pensamientos, y en lugar de vislumbrar una clara alternativa, las persianas ya cansadas se despiden de un día feroz aun más que el anterior.

El agua cae afilada por su garganta, y acaba por dar muerte a todos los resquicios de sed que le quedaban. El frío coge sus pies con manos de hierro, sin dejar tiempo a reaccionar y clavándola aun más en el suelo. Logra desacerse del metálico frío de su cuerpo con un gran chaquetón de lana, resguarda sus pies en unas botas, y sin más meditación, sale y se enfrenta al temporal.

Ojos tímidos la observan desde multitud de puntos diferentes. Miran como camina, de un lado para otro sin razón ninguna, y finalmente, como se vence ante la lluvia, abriendo los brazos para ella, y dejando que llegue hasta el más profundo interior de sus huesos. Roe las gotas de lluvia su alma, como sus lágrimas, quienes vuelven a bañar de nuevo su rostro.

Vuelve. Se desnuda sin pudor, y tras algunos minutos, logra reconciliarse con su mundo, se deshace del frío, del tormento y consigue dormir.

La mañana no varía demasiado. Los niños se empujan unos a otros dentro del autobús, la lluvia sigue obligando a la gente a coger sus paraguas, y el frío a sacar ya la ropa de abrigo. No hay piedad para nadie en este inmenso mar de cambios. La tempestad acecha en cualquier esquina, y hay que ir bien protegidos contra ella.

Se fija entonces en su reflejo, nada interesante, pues evita volver a encontrarse con esa imagen. El tiempo es triste, el tiempo es sucio, es invernal, el tiempo obliga aprotegernos en nosotros mismo del frío, y nos hace menos naturales. El dolor, nos hace más nuestros, y menos de otros.

Los malos momentos nos hacen más fuertes.

Los malos momentos nos sirven de lección.



Es cruel, nunca lo negaré, pero sufrid, llorad hasta morir del dolor que ciña vuestra garganta, enfadaros con vosotros mismos, gritad sin presión, arañar las entrañas de vuestro mundo hasta que caigan sus pedazos en vuestras manos.

Es cruel, nunca lo negaré, pero todo el sufrimiento sufrido nos hace poseer la posibilidad de saber que es realmente la felicidad, nos hace darnos cuenta de lo maravillosos que resultan los pequeños detalles, los más inesperados, los nunca buscados y que sin razón ni lógica llegan a nosotros y nos devuelven toda la esperanza que habíamos creído perdida.

El dolor provoca heridas, y a su vez en un futuro, hace posible la felicidad, cuya aparición amortigua las heridas, y las cura con el tiempo.

El dolor hace posible que seamos capaces de valorar la felicidad cuando ésta aparece de pronto en nuestro camino, y nos deja respirar.