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20 de agosto de 2010

Flexibilidad

A lo largo de los años, se había ido dando cuenta de hasta que punto llegaba su flexibilidad. Y se había asombrado a sí misma. He de decir que nunca pensó que pasaría por ciertas situaciones tan peligrosas para su salud, (en cuanto ha resistencia anímica me refiero, resistencia que nunca es suficiente para soportar los duros golpes del maltrato). Maltrato psicológico puro y duro. Fue algo prematuro para ella. Nunca lograba encajar en ningún sitio, y si eso ocurría y todo parecía ir bien, la traicionaban. Siempre había sido así. No tenía suerte. La vida la machacaba diariamente, sin fines de semana posibles para descansar.

Pero era flexible. En algún lugar, muy escondido y alejado de la oscuridad que de ella se apoderaba, se podía encontrar un atisbo de esperanza. Algo muy simple, muy pequeño y terriblemente asustado, pero existente.

Flexible por naturaleza. Podía caminar por los pasillos con el martirio a su espalda y al mismo tiempo, durante todo el día, reprimir las inmensas ganas de llorar.

Llegaba a casa diciendo que todo iba bien, que no había ningún problema. E incluso llegó a decir que "era feliz". No quería levantar sospechas. Todo resbalaría contra ella, y la hundirían aun más (si es que eso podía ser posible). Tampoco quería distraer a nadie con sus problemas, y menos aún preocuparles.

Era un círculo vicioso. Todo iba a parar dentro de ella. Cada palabra escondida, la hacía retroceder.

Cada noche, la tela que cubría la almohada se teñía de tristeza con sus lágrimas. Lágrimas prohibidas, que fuera de su habitación no existían ni existirían jamás. Era la única manera que tenía de desahogarse, porque la tortura la estaba axfisiando.



Soy vulnerable, lo admita o no, lo soy. Pero lucharé por avanzar y evolucionar.


A veces la flexibilidad que uno tiene no es suficiente.


A veces la flexibilidad se rompe y uno pierde todo el equilibrio.




17 de agosto de 2010

Cara a cara

Siempre he pensado que cuando se tiene un sueño, sea cual sea, es merecedor de toda nuestra atención, y debemos, miento, estamos obligados a sacrificarnos por él. Porque eso es lo que nos da la vida, sueños, que por muy imposibles que nos parezcan en un momento determinado del camino, tienen que ser luchados. Puedes conseguirlos o no, pero el esfuerzo siempre tiene su recompensa. En menores o mayores cantidades. Pero la vida siempre te acaba recompensando.

Me es dificil de entender, como hay gente capaz, gente dispuesta a autodestruirse. Créanme, sé perfectamente de lo que les estoy hablando. He tenido una experiencia de ese tipo en mi vida, alguien muy cercano a mí. No merezco reconocimientos, ni halagos, nunca los he merecido y no será este el momento. Pero cada vez que esa persona me mira, reconozco en su mirada el agradecimiento por haberle devuelto la vida, por haberla sacado de esa frustación que la poseía en un momento fatídico para su vida, para su mundo. Esa persona, me estará enormemente agradecida toda la vida por haber vuelto a nacer, y lo sé. Pero más agradecida estoy yo, porque, gracias a ese gesto que yo tuve que hacer, gracias a esa terrible, angustiosa, e inrrecomendable situación, he podido darme cuenta de lo vulnerables que somos a veces.

Hoy caminaba por las calles tranquila, a sabiendas que llegaba tarde al punto de encuentro. El viento comenzó a soplar con intensidad, y mi pelo largo jugaba con él. La gente intentaba combatirlo en los soportales, yo, en cambio, lo afrontaba de frente. Cara a cara. Me sentía fuerte, me sentía bien. Esa fortaleza era inigualable.

Seamos fuertes. No nos dejemos vencer. Dejemos la autodestrucción para cuentos oscuros, para leyendas o lo que por vuestras mentes asome. Pero no dejeís que algún momento horrible de vuestra existencia termine por dictar vuestro final. No sería justo para la pobre vida. Necesita de personas luchadoras, fuertes, honestas, nobles, que no se dejen vencer fácilmente, y que dan la vida por un instante de eterna felicidad.

No nos dejemos llevar hasta la cuerda que tira de ese telón rojo indicando nuestro final. Debemos estar al pie del cañón para afrontar con naturalidad cualquier adversidad. Sea cual sea. Dificil o no tan dificil.



Porque la vida es dura, difícil y egoísta, pero, créanme, irremediablemente maravillosa.








P.D: Muchas gracias A.G. Esto va por ti, por haberme enseñado lo que es la verdadera felicidad. Y lo maravillosa que es la vida. Porque sin ti, esto jamás se hubiera escrito. Gracias, una vez más. T.V.

16 de agosto de 2010

Ariel Blake Scott (I Parte)


Soy una de esas personas a las que nunca nadie llega a ver nada más que la superficie del alma en toda su vida, de las pocas que quedan que se esconden para alejarse del mundo. Alejarse del mundo con la música llenándote los oídos, olvidándote de los problemas, dejando volar tu imaginación… De las que piensan antes de actuar, de las que cuando mienten y no ha pasado ni un segundo desde que lo han hecho… se arrepienten, de las que cuando se mira a la espejo no le gusta lo que ve y piensa que solo le cubren falsas esperanzas; que si está en este mundo es solo por estar, sin ninguna misión que completar. También soy una de esas personas a las que se les llama “inseguras”. Sí, soy demasiado inseguro y ojalá no lo fuera. Pero todo me cambió la vida un día. El día en que me di cuenta de que la vida te da la esperaza y de que poco a poco, recobrará el sentido, recobrará el sentido de tu existencia.



Ese día me di cuenta de que tenía algo por lo que luchar.



Ella.



Puede que os parezca un bobo. Jamás he creído en el amor ni algo parecido. Siempre he pensado que era algo para atraer a la gente a comprar cosas por Navidad y San Valentín. Miento. Por que una vez sí creí en el amor. Una vez. Cuando mi madre vivía yo mismo amaba al amor, amaba a mi madre. Pero desde que me dejó no he vuelto a creer en él, hasta el día de hoy.



Jamás había sentido algo parecido en toda mi vida. Era mágico, mariposas recorrían mi estómago y revoloteaban sin intención de parar hasta que ella se alejara…